jueves, 9 de junio de 2011

Cuestión de espacio, (El Metro, 3ª Parte)

Una de las cosas que todos odiamos de ir en metro (al menos en Madrid), es la aglomeración de gente...sobre todo en verano, que te ves rodeado de cuerpos que desprenden calor, sudor y olor a sudor...

Pero sobre todo la mala educación de la peña es lo que me alucina. Si estás apretado en el metro, es hasta cierto punto normal, porque es un transporte público y, en hora punta, ¿Qué esperas?

Pero hay veces que aun con sitios libres incluso para sentarse, la gente se te pega de un modo bastante molesto, y lo que es peor, sin miramientos.

El otro día estaba yo tan tranquilo camino a casa leyendo mi libro cuando de pronto, un brazo se interpone entre las páginas y yo. Un niñato de mirada perdida y cascos de DJ se agarró a la barra que tenía yo al lado, poniéndose en todo el medio.

Miré a mi alrededor y el chavalote tenía muuucho sitio donde ponerse y/o agarrarse. Le sonreí, (ya sabeis cómo) y le señale el libro con la mirada...él me devolvió la sonrisa con una mirada vacía y estúpida mientras movía la cabeza al ritmo del regetón que le dejaba sordo, si ninguna intención de moverse.

No si un creciente ardor de resignción, me cambié de sitio, (ya que había mucho) para seguir con las aventuras de unos magos en el colegio. Al rato alcé la mirada y allí estaba el gilipollas chaval, sonriéndome y mirándome de arriba a abajo...

“Un capullo de 16 años me acaba de ganar la partida”, pensé yo.

Pero me quedé tranquilo: “Estoy por encima de estas cosas...” volví a pensar, mientras una irritante voz en mi interior me susurraba: ”El que no se consuela es porque no quiere...”

¿En serio tenemos que aguantar estas cosas? ¿Porqué soy yo al que le está frustrando la buena educación de mis padres?

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